EL SUBRREALISMO

En 1924 el escritor francés André Breton lanza en París el primer manifiesto del surrealismo, donde este se define como “puro automatismo psíquico por el cual se intenta expresar, bien verbalmente o por escrito, la verdadera función del pensamiento.
Dictado verdadero en ausencia de todo control ejercido por la razón, y fuera de la preocupación estética o moral”. Se trata, pues,. Esencialmente de una actitud mental abierta a lo desconocido, que tiene consecuencias en el campo de las artes plásticas y de la literatura.

En ese deseo de descubrir otro mundo, más allá de cortapisas mentales y morales que aprisionan las posibilidades de felicidades en este en que vivimos, se cierra una dimensión revolucionaria: el deseo de transformar radicalmente las bases en las que se sustenta la vida de cada uno y las relaciones con los demás. Por eso los surrealistas tuvieron una fuerte conciencia de su papel como grupo y de su dimensión ética y política.

Diversas revistas y publicaciones difundieron su pensamiento, que aparece como una vanguardia muy consolidada durante los años 20 y 30, cuando inspiró a artistas de muy variado origen y aspiraciones, aunque no todos estuvieron adscritos al grupo. Su trascendencia posterior, en la guerra, fue también enorme.

Las dos claves fundamentales sobre las que se asientan las obras artísticas nacidas del surrealismo son: en primer lugar, la negación moral tradicional, especialmente en lo que se refiera al sexo y a la violencia, de manera que, por ejemplo, la exploración de las más reprimidas pulsiones eróticas constituye una forma de liberación; y, en segundo lugar, la reivindicación de las dimensión irracional y sorprende la aparición lógica por la que fluye el mundo. Ambos aspectos afectan a la creación artística, pues la belleza se hace relativa, ya que no se puede ser definida de manera previa, sino que se hace por casualidad o del absurdo, fruto de un descubrimiento inesperado que tiene algo de juego maravilloso.

Un buen número de surrealistas orientaron su creatividad a hacer nítida la visión interior, generalmente en relación con la extrañeza que producen los sueños, tanto por su contenido como por las relaciones ilógicas que se establecen entre los espacios y el impreciso significado de las cosas.

Las pinturas de Yves Tanguy recrean espacios visionarios que tanto parecen desoladas llanuras o inciertos desiertos como remotos lugares siderales, donde hay elemento indefinido, de carácter biomorfo, a veces con alusiones sexuales difíciles de explicar, como si fueran metamórficas inmersiones ene. Interior del subconsciente.

Mucho más explícito el deseo manifestado durante el sueño resultan los cuadros de Paul Delvaux por un mundo de penumbra, de arquitectura clasicista, parecen vagar figuras femeninas desnudas y esqueletos, en una asociación tortuosa entre el amor y la muerte, formulada como una visión de una pesadilla.

Aparecen los españoles Miró y Dalí, uno de los artistas más populares del surrealismos el belga René Magritte. A menudo explora las contradicciones de la visión, como una subversión mental de aquello que, en principio, debemos contemplar con una determinada lógica. Sus obras están ejecutadas con una técnica pulida, casi industrial, con objeto de aludir al carácter conceptual de la representación.

BUSCAR LAS SIGUIENTES OBRAS COMO EN CLASES ANTERIORES:

MAX ERNST: PAYS CHARMANT

MAX ERNST: DOS MUCHACHAS DESNUDAS.

MAX ERNEST: ÁRBOL SOLITARIO Y ÁRBOLES CONYUGALES.

YVES TANGUY: CIELO AMENAZADOR.

RENÉ MAGRITTE: LA CASCADA.

PAUL DELVAUX: EL CONGRESO.

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